Premios y Castigos: Cómo poner limites
Pensamos con frecuencia que la autoridad es hacernos valer frente a nuestros hijos, que nos obedezcan, que no nos tomen el pelo, hacer que cumplan las normas que proponemos, que respeten y nos respeten. En esta charla vamos a ver qué les pasa a los padres o madres que son capaces de tener esta posición y que les pasa a los que no son capaces.
Al que se le da todo, y prácticamente no se le niega nada no se hace agradecido más bien al contrario aprende una actitud despótica: SE SIENTE CON DERECHO A TODO. Son numerosos los problemas de estos niños: les cuesta asumir responsabilidades, se hacen dependientes, tratan de conseguir las cosas a través de la queja, se hacen autocentrados y poco solidarios. Los padres que son capaces de poner normas y hacerlas cumplir son personas que entienden que los seres humanos aprendemos por las consecuencias.
En realidad los mayores problemas no están a la hora de poner normas. Los padres sabemos qué esperamos de los hijos. Nuestro problema reside fundamentalmente en hacer cumplir estas normas.
Aquí es donde decaemos. APRENDEMOS POR LAS CONSECUENCIAS Los niños, adolescentes y adultos aprendemos por las consecuencias. Tendemos a actuar en función de ellas. Cuando después de realizar una acción obtenemos una consecuencia desagradable, hablamos de la palabra castigo. Cuando obtenemos una consecuencia agradable hablamos de refuerzo. Lo propio es que un niño ante una conducta inadecuada reciba una consecuencia desagradable que puede ser: Privarle de algo agradable: dejarle sin salir, no darle chuches, no darle la paga… Infligir algo desagradable: darle un cachete, hacerle limpiar el baño…A su vez se…